Juzgado de la impaciencia

09/07/2010

          Mientras el sol brilla imponente e imperial en el cielo muchas monarquías se caen en el suelo. Monarquías del egoísmo, de todo aquello que se juzga diferente. Todo mientras el sol calienta la tierra y el aire huele a verano aunque sea inverno.
          En una tarde como cualquier otra y sin que se pueda decir que no es un bello día. Gente por las calles, viviendo en un mundo interior, sin saber de donde vienen tampoco adonde van. Ojos ciegos, miradas a la nada. Palabras sueltas en la mente que no les dejan cambiar el camino.
         Yo veo todo eso en mi tonta imaginación que me hace pensar cosas tan absurdas em las cuales viajo sin conocer la dirección.
         Somos todos piezas de ajedrez. Somos todos impacientes. Todos intentando proponer nuestras historias a la gran historia. Somos locos que desconocen la locura. Mientras el sol brilla y bailan en el cielo pájaros la dulce melodía de la vida.
         Queremos no perder, pero no sabermos que juego empezamos, tampoco sabemos el premio que deseamos lograr. Personas que se van y vienen, impersonales como números de registros oficiales.
          Solemos juzgar al prójimo, sin excesiones. Juzgamos su cabello, su voz, su manera de caminar, su ropa, la casa donde vive, los amigos que tiene, el tiempo que gasta trabajando, el tiempo que usa para divertirse. Solemos juzgar sin medidas, aunque las medidas puedan no ser tan exactas.
          Juzgamos su dolor por no tenermos paciencia para enjugar sus lágrimas. Juzgamos su risa por desearmos su alegría. Llegamos hasta a juzgar su vida por compararnos a la nuestra. Solemos comentar que aquel o aquella no merece todo que ha conquistado por pensar que ellos no hicieron el esfuerzo necesario para alcanzarlo.Cuando alguien trabaja juzgamos sus horas libres, cuando no tiene empleo juzgamos su tiempo sin trabajar diciendo que es un holgazán.
         Todo gira a nuestro alrededor. No tenemos paciencia para salir de nuestra condición de jueces del ajeno. Tampoco nos recordamos que también somos evaluados por muchas y distintas miradas.
         Mientras el sol empieza a caer en el horizonte se caen nuestros disfraces. Olemos la noche que llega y pensamos que la poner nuestras cabezas en la almohada estaremos libres de la sentencia, de las cárceles en que pusimos nuestras almas. La cárcel que detiene la humanidad en el juzgado de la impaciencia.

09 de julho/2010

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